Imposible ganar sin saber perder
Imposible andar sin saber caer
Imposible acertar sin saber errar
Imposible vivir sin saber revivir.
La gloria no consiste en no caer nunca,
sino más bien en levantarse todas las veces que sea necesario.
Bienaventurados aquellos que ya consiguieron recibir
con la misma naturalidad el ganar o el perder,
el acierto y el error, el triunfo y la derrota.
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